miércoles, 16 de julio de 2014

La Suerte del Encuentro.

Objeto encontrado // Espacio Familiar.

El 14 de julio se realizó en la sala de exposiciones del Parque Biblioteca Manuel Mejía Vallejo, Guayabal  la dinamización de las obras "Objeto encontrado" y "Espacio familiar" de los artistas Maribel Gordillo y Gabriel Maldonado, dos potentes obras obstinadas en materializar objetos perdidos que luego son obsesivamente encontrados, objetos latentes que casi logran saltar de los  lienzos, objetos colmados de recuerdos que, sin duda, evidencian las nostalgias como puntos de partida para el ejercicio estético.


La suerte del encuentro.

Como parte de la dinamización de exposiciones que realiza el canal de Gestión Social y Cultural del parque mensualmente, se invitó a estos artistas para conversar con los usuarios acerca de aquellos objetos que han dejado plasmados en los lienzos con la intención de que parezcan deseosos  de escaparse de allí e instalarse en los terrenos húmedos de la nostalgia. Pero también fueron invitados para demostrar que un objeto cualquiera, que hace parte de la cotidianidad o hasta de la basura, puede convertirse en algo distinto si logramos desplazarle su significado. 




Para ello, se invitó a los usuarios para que trajeran al conversatorio objetos encontrados de camino a la biblioteca, u objetos encontrados en el desván olvidado de sus casas, u objetos encontrados, con suerte, en los bolsillos de los pantalones. Isabel, la más pequeña del grupo, encontró abandonado un cochecito morado en el que solía pasear a sus muñecas cuando era aún más peque, pero que ahora estaba desvencijado y únicamente recordado por el polvo. Bayona, el de la mirada enmarcada por unos lentes pequeños y rectangulares encontró una pieza que se desprendió de un carro y que, según su conocimiento de mecánica, lo dejó con la dirección reventada. Algunos chicos trajeron botellas plásticas de gaseosa, todavía olorosas a frutas empalagosas. Simón trajo una larga tira de chances con la suerte echada a perder, una tira de plástico para el estrés y mucha cinta transparente; y Maribel, la artista invitada, trajo una caja de madera y una triste muñeca con la cara rota, sucia y olvidada. 



La idea era crear con todos estos objetos una escultura; y así fue: todos los presentes comenzaron a sugerir ubicaciones celestiales para la muñeca rota, que fue el objeto en el que se concentró la energía de la obra; le hicieron desafortunados vestidos con la tira de chance y la guindaron sobre una rígida estructura de cochecito. Con cinta en mano, fueron ajustando los objetos en lugares fijos, y sin una conciencia plena, fueron componiendo una escultura de objetos encontrados que fue ganando nuevos significados con cada uno de los aportes. Toda una obra de arte; una obra colaborativa y consensuada, casi tan orgullosa y altiva como los Ready Mades famosos con los que Marcel Duchamp revolcó el mundo del arte en Europa a principios del siglo XX. 

Al final, lo más importante, era nombrar la obra para terminar de dotarla de sentido. Después de un pequeño consenso todos levantaron la mano para aprobar "la suerte del encuentro", un nombre polisémico que se refiere tanto a los elementos que componen la obra, como a la fortuna de poder generar espacios como este, en los que el arte, el recuerdo, la cotidianidad,  la cocreación y el aprendizaje se unen para que tengamos al menos una excusa para encontrarnos unos con otros.

       


  


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